Dama de Hierro (6)

—¿Cómo conociste al Señor Gerald?

Sin vacilación, sin una suave introducción—solo la pregunta, clara y directa.

Lucavion, para su mérito, no pareció desconcertado por la brusquedad de su pregunta. Si acaso, su expresión se suavizó, sus labios curvándose en esa familiar y conocida sonrisa. Pero no era la misma sonrisa juguetona que ella había visto antes. Esta llevaba un indicio de algo más profundo, algo que sugería el peso detrás de la respuesta.

Sin embargo, no respondió de inmediato. En su lugar, tomó su vaso y dio un lento y pensativo sorbo, como si estuviera reuniendo sus pensamientos antes de hablar. Mariel lo observaba atentamente, su curiosidad aumentando aún más por su silencio.

Finalmente, después de lo que pareció una larga pausa, dejó el vaso y encontró su mirada con una intensidad que ella no había esperado.