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Mientras el torneo avanzaba, por un lado, dentro del área reservada para las luchadoras, Valeria ajustaba las correas de su armadura, con la mirada firme y concentrada. El espacio de preparación estaba limpio y relativamente tranquilo, los sonidos de las batallas en curso afuera amortiguados por gruesas paredes. Tomó un respiro para calmarse, saboreando la tranquilidad. Esta área, a diferencia de los espacios bulliciosos llenos de luchadores masculinos, se sentía como un santuario—pocos venían aquí, especialmente combatientes cuerpo a cuerpo como ella.
«Al menos puedo prepararme en paz», pensó, apreciando la soledad. Aunque la fuerza de un Despertado no estaba determinada por el género, era cierto que la mayoría de las Despertadas elegían dominar la magia en lugar del combate cuerpo a cuerpo.