¿Estás loca?

Mientras la Anciana Xue observaba la batalla que se desarrollaba entre Lucavion y Lira, su expresión permanecía impasible, pero en su interior, se gestaba una tormenta. Cada movimiento que él hacía, cada palabra que pronunciaba, desentrañaba secretos que la secta había pasado décadas enterrando. Se sentó rígida en su asiento, sus manos agarrando con fuerza los reposabrazos mientras Lucavion se burlaba de Lira, sus palabras atravesando el velo de la imagen cuidadosamente cultivada por la secta.

Cuando él habló de sus venenos, de sus métodos, los murmullos de la multitud crecieron. Los susurros acusatorios se extendieron como un incendio, y por primera vez, la Anciana Xue sintió el peso de esas palabras golpeando contra la reputación de la secta.

«¿Cómo sabe tanto?», pensó, su mente acelerada. «¿Quién es él?»