Mientras la arena zumbaba de anticipación, Varen Drakov dio un paso adelante, su presencia ardiente proyectando un sutil calor en el aire ya cargado. Sus ojos se fijaron en Lucavion, quien permanecía con una postura tan relajada que rayaba en la insolencia. El espadachín independiente inclinó ligeramente la cabeza, su sonrisa transformándose en algo más afilado, casi burlón.
—¿Listo? —preguntó Lucavion, con voz ligera y juguetona, como si el combate fuera una diversión trivial. Levantó su hoja ligeramente, la luz brillando en su filo—. ¿Debería ser suave contigo?
Los ojos de Varen se estrecharon, su agarre en su espada magna apretándose. Su voz cortó a través de la tensa atmósfera, fría y dominante.
—Cesa tus palabras. Hablaremos con nuestras hojas.