Los ojos de la Maestra del Gremio se detuvieron en Lucavion, su mirada calculadora revelando los engranajes girando en su mente. Parecía sopesar sus opciones, la silenciosa tensión en la habitación espesándose mientras sus dedos reanudaban su rítmico tamborileo contra la mesa. Finalmente, dejó escapar un suspiro resignado, sus hombros relajándose ligeramente.
—Entiendo tu punto —dijo ella, su voz más firme ahora, aunque un toque de fatiga se filtraba en sus palabras—. Ajustado o no, supongo que no tenemos mucho margen aquí. Los materiales que has traído... bueno, hablan por sí mismos.
Lucavion inclinó la cabeza graciosamente, su sonrisa transformándose en algo más neutral.
—Una sabia decisión, Maestra del Gremio. Espero ver qué tan bien puede manejar un desafío el Gremio de Aventureros.
Mientras extendía la mano para estrechar la suya, un destello de realización cruzó su rostro, y se congeló momentáneamente.