Elara apoyó ligeramente su barbilla sobre su mano, observando a Luca mientras él se reclinaba en su silla, su postura relajada de alguna manera logrando comandar atención incluso en este ambiente tranquilo. Todavía podía escuchar el suave romper de las olas afuera, un relajante telón de fondo para su conversación.
—Realmente eres particular, Señor Luca —dijo ella, su tono burlón pero teñido de curiosidad—. Todos tenían sus ojos puestos en ti cuando estabas recogiendo tu botín más temprano. Era... difícil no notarlo.
La sonrisa de Luca se ensanchó mientras inclinaba ligeramente la cabeza, sus ojos oscuros brillando con diversión.
—Luca.
—¿Hmm? —Elara arqueó una ceja.
—Llámame Luca —repitió él, su voz suave pero firme, el tono juguetón nunca abandonando del todo su voz.
Elara dudó por un momento antes de asentir.