Ella no olvidó (2)

El silencio entre ellos se prolongó.

La flota continuaba su curso constante a través de las aguas, los vítores y celebraciones de los caballeros desvaneciéndose en el fondo, convirtiéndose en nada más que un ruido distante. Las olas golpeaban suavemente contra el casco, el sonido rítmico llenando el espacio entre padre e hija.

El Duque Thaddeus permaneció inmóvil, su mirada nunca abandonando a Aeliana. Ella estaba de pie con la espalda recta, su expresión indescifrable, sus brazos cruzados sin apretar como si ya se hubiera preparado para cualquier conversación que viniera después.

Pero ninguna llegó.

Había innumerables cosas que él quería preguntar.

«¿Estás segura?»