Me llevarás contigo

Aeliana se detuvo en seco.

Allí, sentado casualmente en uno de los lujosos sofás del vestíbulo de entrada, estaba Lucavion.

La simple visión de él era suficiente para despertar irritación en ella, pero no era solo él lo que captó su atención.

Era la pequeña criatura posada en su hombro.

Un gato.

Un felino elegante, de pelaje blanco con ojos agudos e inteligentes, cuya cola se movía perezosamente mientras se equilibraba sin esfuerzo junto a él.

«Ese gato...»

Su mirada se detuvo. No lo había visto antes en el ducado.

Pero lo había visto con él.

En el barco de la expedición.

Cierto...

Lo había olvidado por completo hasta ahora.