—¿Qué? —Emilia lo miró sin comprender.
Él estaba tan cerca de ella que ni siquiera podía sentir su respiración. Bajo la tenue luz, las sombras de ambos en la pared parecían estar besándose. Emilia no tenía tiempo para eso en absoluto. Se preguntaba con el ceño fruncido cuál era el regalo que él había mencionado.
—Le enviaste un regalo a Ferne, pero a mí no me enviaste nada —el hombre frente a ella estaba como desahogándose.
...
Emilia finalmente recordó que Harold había comprado una botella de vino para Ferne, pero ese no era un regalo de ella.
Otra cosa vino a su mente. Fueron Ferne y Jaquan quienes la ayudaron a vender sus pinturas y a lidiar con las semillas falsas de té, respectivamente, pero ambos eran buenos amigos de Vicente. Así que eso significaba que en realidad fue Vicente quien la había ayudado.
Así que sí le debía un regalo.
—¿Qué tipo de regalo quieres? —preguntó Emilia cuando lo comprendió, sentándose de inmediato y encendiendo la luz.