—Estoy aquí para ver qué estás preparando —Emma miró el bote de basura y luego volvió a mirar el mostrador donde había ocurrido el desastre. La expresión en su rostro era algo indescriptible. Era obsesiva-compulsiva y apenas podía soportar ver todo esto.
—Gachas —Jaquan señaló la olla a presión y luego señaló el caos—. Quería preparar un plato.
Emma miró el tazón y el mostrador, había huevos y cáscaras de huevo. Ya no podía mantener la calma.
Respiró profundamente y preguntó:
—¿Por qué querías cocinar?
Si sus amigos le hubieran preguntado, Jaquan se habría sentido un poco avergonzado. Pero no le importaba contárselo a Emma. Sacó un nuevo tazón, tomó un huevo y lo rompió:
—Quiero cocinar para mis padres.
Emma lo miró y permaneció en silencio por un momento. Luego ofreció ayuda.
—No, gracias —Jaquan ni siquiera levantó la mirada. Con un empujón fuerte, el huevo se rompió de nuevo, y sus manos quedaron cubiertas de yema y clara de huevo.