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A principios de febrero, todavía hacía un frío sorprendente.
Sydnee tomó las llaves del coche y salió corriendo. Janice la persiguió y preguntó:
—¿Adónde vas? ¿Volverás para cenar?
La voz de Sydnee llegó desde lejos:
—No. ¡No me esperes!
Janice suspiró suavemente. Luego alzó la voz cuando Sydnee salía conduciendo:
—¡Cuídate! ¡Atenta a la carretera!
No estaba segura de si Sydnee la había escuchado o no.
El padre de Sydnee, Ryan, acababa de regresar de la farmacia y se encontró con Janice en la puerta. Preguntó:
—¿Ha salido otra vez?
—Sí.
Últimamente, Sydnee había cambiado mucho. Solía quedarse en casa a menos que tuviera que ayudar en la farmacia. O simplemente se quedaba en la escuela sin participar en ninguna actividad. Era extremadamente callada y nunca habladora.
Sin embargo, estos días a menudo se quedaba a dormir ya sea en la Casa de Té o en la escuela. Incluso durante su estancia en casa, salía todo el día. ¿Qué demonios estaba haciendo?