Lin Weihao lo sabía porque, entre tanto, su conciencia flotaba como un barco.
Después de que su temperatura volvió a la normalidad, vio la destrucción que causó, o mejor dicho, las marcas de mordidas que le dejó.
Algunas estaban en sus muñecas, brazos, hombros y por último en sus labios, que se hincharon como los de un pez globo.
Lu Nanzhi lo miró con resentimiento mientras se quejaba:
—Muerdes como un perro.
Con razón también la escuchó gruñendo y quejándose en medio de todo.
—Lo siento —dijo él—. Como el daño ya estaba hecho, no podía deshacerlo.
—De todos modos, felicitaciones. Te has convertido en un Despertador. ¿Qué tipo de poder es?
¿Poder?
¿De qué está hablando?
Espera, ¿se refiere a eso?
Lin Weihao miró fijamente sus manos y no mucho después, delgados rayos de relámpago púrpura pulsaban a su alrededor.
Lu Nanzhi sonrió y un destello astuto brilló en sus ojos.
—Justo a tiempo, puedes compensarme siendo un banco de energía.