Nanzhi se sacudió las manos y se puso de pie, su mirada recorriendo la cabaña abandonada. No esperaba mucho, solo un refugio olvidado, dejado atrás por alguien que se había ido hace tiempo. El interior era simple, desgastado por el tiempo, pero aún resistente.
La mayoría de los muebles permanecían: una mesa de madera, algunas sillas, un banco largo junto a la pared y un hogar de piedra. No había señales de comida ni pertenencias personales, solo silencio y polvo. Quien hubiera vivido aquí debió haberse ido con prisa o lo abandonó hace mucho tiempo.
Su atención se desvió hacia los ladrillos de turba seca apilados cerca de la chimenea. Había más de los que había notado al principio, todos perfectamente apilados. El hecho de que hubiera tantos sugería que se habían usado regularmente.