Chilladores

En el borde del complejo privado, una pequeña figura se agazapaba detrás de la puerta del sótano. Los sonidos de bestias alienígenas se podían escuchar en la distancia. Aferrando su pequeña bolsa y un diminuto cuchillo, el niño temblaba, susurrando para sí mismo.

—Papá, ¿cuándo volverás? Hao Hao tiene hambre y sed —sus palabras, apenas un susurro, escaparon de sus labios agrietados.

Un pesado silencio se cernía sobre el complejo privado. El pequeño niño hizo a un lado sus miedos, tratando de concentrarse en los recuerdos de las palabras de su padre de la noche anterior.

—Hao Hao, quédate aquí y no hagas ningún ruido. Tu padre encontrará algo para comer.

—Papá, me dijiste que volverías anoche, pero ¿dónde estás? Tengo miedo de estar solo...

Las lágrimas corrían por su rostro.

Por la noche, el deseo de Feng Ran se hizo realidad. Nanzhi convocó una RV, espaciosa y completamente equipada con camas, un baño, ¡e incluso un inodoro!