Bola de Nieve

Nanzhi miró fijamente a la araña acurrucada en su palma.

Así que era una colonia de arañas la que la Reina Hormiga había derrotado.

—¿Qué puedes hacer exactamente? ¿Puedes mostrarme? —murmuró, esperando silencio.

Pero mientras hablaba, la pequeña criatura se animó, moviéndose con emoción. Una repentina sensación de ingravidez rozó su mente. Luego, una voz suave e insegura resonó en su cabeza—aguda y vacilante. «¿Mamá?»

Los ojos de Nanzhi parpadearon. «¿Me lo habré imaginado?»

La voz apareció de nuevo.

«¿Mamá?»

Nanzhi miró a la araña. —¿Eres tú quien dijo eso?

La pequeña araña asintió.

La frente de Nanzhi se arrugó. «¿Su vista es tan mala?» Ella no tenía ocho patas ni ojos de araña para ser su madre.

Con un orgulloso gorjeo, un brillante hilo de telaraña se desenrolló de sus hileras, flotando en el aire como guiado por una fuerza invisible.

La araña tejió los hilos en una pequeña forma flotante—un torpe corazón.