—¡Argh! ¡¿No puedes conducir más suave?! —gritó, frotándose el punto adolorido con frustración.
—¡Emperador! ¡Detrás de nosotros! —La voz del conductor tembló mientras divisaba algo en los espejos laterales.
Lu Jian y Lan Fuyou se giraron instintivamente ante la advertencia del conductor.
A través de la ventana trasera y los espejos laterales, se desarrolló una vista aterradora: una horda de búfalos de agua mutados enormes cargaba por el camino detrás de ellos.
Cada uno medía al menos tres metros de altura, sus cuerpos grotescamente hinchados con una armadura gruesa y dentada similar al hueso. Protuberancias con picos sobresalían de sus espaldas como barricadas, sus pieles antes marrones ahora ennegrecidas con venas rojas siniestras. Sus ojos ardían con un brillo amenazador mientras galopaban hacia adelante. Sus cascos atronadores destrozaban el asfalto bajo ellos.
¡Cualquiera de estas bestias podría aplastar sus vehículos en un instante!