Todos dentro del auto escucharon el fuerte gruñido del estómago de Zhao Lin.
La noche anterior, apenas había comido algo, y ahora el hambre voraz se hacía notar. Tragó saliva para humedecer su garganta seca, tratando de ignorar la incomodidad.
De repente, sintió que Nanzhi se movía a su lado y colocaba algo en su regazo.
—Come.
Para su sorpresa, eran dos botellas de agua, un arroz con sabor a pollo picante autocalentable y un sándwich con sabor a bollo de melocotón. ¡Era la comida más lujosa que había tenido en mucho tiempo!
La garganta de Zhao Lin se tensó mientras tragaba de nuevo, pero sacudió la cabeza y lo devolvió. ¡Ella no era como Helen Wu, que tenía una piel descarada y daba todo por sentado! Zhao Lin había luchado por cada bocado de comida que había conseguido.
—Esto es demasiado —murmuró.
—No es gratis —respondió Nanzhi, sus ojos brillando con intención. Había estado mirando el brazalete de jade de Zhao Lin desde que se conocieron.