Rayne se liberó de su abrazo y se volvió para mirarlo. —¡Más te vale no roncar! ¡Te lanzaré infinidad de almohadas si lo haces! —bromeó, haciendo que ambos estallaran en carcajadas.
Caminó por el pequeño dormitorio y sacó dos estructuras de cama individuales idénticas. —Ven, ayúdame a armar estas —lo invitó, haciéndole un gesto con la mano.
Pasaron la siguiente hora montando las estructuras de las camas, riendo y bromeando entre ellos durante el proceso.
—¡Uf! Por fin terminamos de armar esta. Déjame guardarla en mi sistema y hacer una copia para no tener que pasar otra hora armando la segunda —dijo Rayne dramáticamente.
Sentía que esta estructura de cama era increíblemente molesta de armar. Si todavía tuviera acceso a internet, incluso habría ido a escribir una mala reseña sobre ella.