Atención no deseada

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Rayne escuchó los chismes en su camino hacia el final de la fila y frunció el ceño. Sabía que su coche llamaría un poco la atención, pero no esperaba tanta.

—No te preocupes por ellos; solo están celosos. Incluso si hubiéramos llegado en un coche medio destrozado, alguien seguiría señalándonos diciendo lo mismo —dijo Julian después de notar su expresión infeliz.

Rayne permaneció en silencio junto a él, pensando en sus palabras. Sentía que él tenía razón; siempre habrá alguien codiciando las cosas de otra persona.

—Al menos ahora podemos conducir sin preocupaciones ya que todos conocen el vehículo. También será más difícil que la gente lo robe, ya que dudo que alguien más tenga el mismo modelo —añadió Julian.

—Sí, tienes razón. Incluso en el peor de los casos, no es como si no pudiéramos conseguir otro —sonrió ella, susurrando en voz baja.

El resto del tiempo transcurrió sin incidentes, solo el típico llanto ocasional de aquellos que no podían pagar la cuota de registro.