Regalo de Vuelta

Rayne y Julian caminaban por el sendero que alguna vez fue pintoresco en la zona menos poblada de la base. Fueron al lugar que habían descubierto anteriormente que servía como mirador sobre el valle del río abajo, observando cómo el sol salía detrás de las montañas.

—¡Es tan hermoso! —sonrió Rayne—. ¡Es casi tan hermoso como ese lugar al que me llevaste para ver la puesta del sol!

Julian colocó su brazo alrededor de ella, sosteniéndola por la cintura.

—Sí, es hermoso. Deberíamos venir aquí más a menudo en el futuro —estuvo de acuerdo.

Caminaron un poco más, charlando y observando cómo vivía la gente en las tiendas de campaña hasta que llegaron a las oficinas de empleo.

—Por alguna razón esperaba más gente aquí —dijo Rayne, mirando la oficina de empleo casi vacía.