Traidor

Dillon entró en la habitación concentrado en encontrar algo útil para llevarse consigo. No era consciente de la mirada apasionada que le dirigía Jess, quien estaba sentada en la viga sobre él.

Se acercó a los armarios contra la pared del fondo y comenzó a abrir cada uno para ver si quedaba algo dentro. Desafortunadamente, todo estaba vacío aquí, igual que en las habitaciones anteriores que había revisado.

—Maldición, debería haber al menos algo por aquí —maldijo. Se negaba a volver con las manos vacías. Este ascenso era una oportunidad muy rara, y no estaba seguro de si surgiría otra.

Justo cuando estaba a punto de golpear la puerta del armario metálico por frustración, Jess saltó de la viga y sostuvo su mano.

—No lo hagas, te oirán —dijo rápidamente.

Dillon extendió la mano para sacar su pistola, pero Jess se le adelantó.

—No estoy aquí para hacerte daño. De hecho, puedo ayudarte —dijo sosteniendo la pistola en su mano.