Un Buen Día Arruinado

Julian acababa de ducharse y se acercó a Rayne, que estaba sin aliento en la cama.

Acababa de hacer el amor apasionadamente con ella y se acercó para ayudarla a ir a la ducha para que pudiera enjuagarse.

—¿Cómo estás? ¿Te duele mucho? —preguntó con una mirada preocupada.

Una vez más, fue dominado por lo increíble que se sentía y perdió el control de sus movimientos, siendo un poco más brusco.

Rayne hizo un puchero en broma.

—¡Eres un abusón! ¡Voy a terminar postrada en cama el resto de mi vida si me quedo contigo!

Julian la levantó en sus brazos.

—Oye, no me quejaría. No te preocupes, prometo cuidarte —sonrió, con picardía.

Rayne fingió golpear su hombro.

—¡Eres peligroso! ¡Necesito mantenerme alejada! —se rió.

Se divirtieron bromeando mientras Julian la llevaba a la ducha. El agua ya estaba encendida y a una temperatura perfecta, permitiendo que Rayne simplemente entrara.