Prólogo

Supongo que, si he de narrar mi historia, debería confesar que no tengo la menor idea de dónde han salido la mayoría de los relatos que han oído acerca de mí. 

Las lenguas tienden a exagerar a aquellos que están fuera de lo común, y si le sumas el hecho de que fui a una Universidad dónde se practicaba la magia, es mucho más probable que ocurra. Supongo que es algo inherente a aquellos destinado a convertirse en héroes. Eso habría estado bien para cualquier otro, pero no para mí. 

De hecho, todo salió mal porque se me pidió que fuera un héroe. Esa fue la primera estupidez. 

No esperes una historia épica. Yo no quería estar allí. Ni siquiera quería ser un héroe. Pasé las admisiones a la Universidad sin levantar un dedo, ni sudar la gota gorda. Mi nombre fue el primero en la tablilla de calificaciones de todas las asignaturas. Los genios me envidaban y los sabios me pedían consejos. Los héroes me imploraban que les enseñase a rescatar princesas, y los bardos que les enseñase a tocar baladas que nadie más sería capaz. No aspiré a ser el mejor, pero fui el mejor por encima de quienes aspiraban a serlo.

Ahora, si eres de aquellos que disfrutan los misterios oscuros y los héroes sin rostro, bueno... quédate. Mi historia te fascinará. O vas a odiarme. Con suerte, ambas.