El encargo para ese día era especial. Un contacto misterioso le había ofrecido una oportunidad de ganar algo de dinero rápido. No preguntó demasiado, solo aceptó el trato, como siempre. Pero algo en la oferta parecía fuera de lo común, aunque él no lo dijo en voz alta.
Al finalizar su desayuno, Lucas cogió su mochila, llenó su termo con agua y salió de casa. A diferencia de otros días, hoy sentía una presión en el aire, algo en su estómago que lo incomodaba. Las calles de Lima estaban más vacías de lo normal, y una niebla extraña cubría el lugar.
—¿Por qué todo se siente tan extraño hoy? —se preguntó mientras caminaba hacia el punto de encuentro.
Al llegar al lugar, vio a un par de desconocidos, con ropa peculiar para esa hora y lugar. Desde lejos le indicaron que se acercara. A medida que avanzaba, las señales del cambio fueron más claras. Su entorno se tornó más gris, y el viento arremetió con fuerza. Algo en el ambiente parecía estar a punto de estallar. No tardó en darse cuenta de que algo no estaba bien, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse.
El último intercambio de palabras con sus hermanos antes de separarse fue corto, pero suficiente para marcar el último momento en que todos estaban juntos antes del caos. Un caos que Lucas aún no podía entender, pero que estaba a punto de desatarse.