Semifinalistas: Sylha Nox, Dargan Zevalen, Erian Veltor, Ardyn Lioras.
Los cuatro semifinalistas fueron llevados a una sala de espera mágica, flotando sobre el campo, con muros de energía etérea y almohadones que cambiaban de color según el ánimo del ocupante. A nadie le sorprendió que el cojín de Dargan parpadeara entre rojo y negro.
Dargan estaba recostado de forma antinatural sobre dos almohadones y un tercer cojín levitaba a su lado como si fuera su guardaespaldas personal.
—¿Esto significa que ya somos la élite? Porque me siento igual de irresponsable que esta mañana.
Erian, sentado erguido y con una taza de té que no recordaba haber pedido, temblaba levemente.
—¿Esto realmente está pasando? ¿Yo en semifinales? ¿Esto no es una alucinación mágica?
Sylha, haciendo girar una burbuja sombría en la punta de su dedo, respondió:
—Es una alucinación colectiva. Pero como la mayoría de la magia, es funcional mientras todos la creamos.
Pausa.
—Además, estás aquí porque hiciste volar a una señorita con magia lunar. Es bastante impresionante. Incluso si no fue del todo voluntario.
Ardyn, cruzado de brazos, observaba a los otros tres.
—El azar reunió a cuatro magos con estilos incompatibles. El resultado será... impredecible.
Dargan sonrió con ese brillo problemático en los ojos.
—O puro espectáculo. Imaginen los informes de daños. El profesor Halbram va a tener una embolia mágica.
Erian bajó la voz.
—Y... ¿qué pasa si accidentalmente conjuro otra lluvia de cuchillas invertidas?
Sylha soltó una risita.
—Entonces será la mejor semifinal de la historia.
Ardyn miró fijamente a Sylha.
—Nos toca primero. Supongo que querrás dejar alguna burbuja explosiva como recuerdo.
—Solo si tú dejas una frase dramática para inmortalizarla —respondió ella, ya de pie, girando su capa con una reverencia burlona—. Que gane el más encantador.
Dargan aplaudió lento desde su esquina.
—Yo estoy feliz de ver una pelea donde no soy el agente del caos por una vez. Erian, tomemos palomitas mágicas. Tú necesitas distracción, y yo una excusa para no meterme.
Erian asintió, aún procesando que estaba en semifinales con su amigo de la infancia, una bruja sombría que hablaba como si hubiera nacido en una novela gótica, y un prodigio noble con mirada de espada afilada.
Semifinal 1: Sylha Nox vs Ardyn Lioras
El coliseo fue reformado al instante. Torres flotantes, plataformas que cambiaban de posición y una neblina mágica ligera envolvieron la arena. Las reglas eran simples: no salirse del campo flotante… y no destruir completamente las dimensiones colindantes.
Desde las gradas, se escuchaban vítores mezclados con apuestas ilegales organizadas por alumnos de tercer año.
Sylha, flotando con ligereza, observaba todo con una calma que rayaba en la arrogancia.
—Qué escenario más romántico. Lástima que acabará contigo cayendo al vacío.
Ardyn ya estaba en posición, su grimorio flotando a su lado, con círculos mágicos comenzando a girar en patrones perfectos.
—No tengo intención de caer. Ni de perder.
Comenzaron.
Ardyn abrió con una ráfaga de sellos elementales, cada uno con una función específica: uno ralentizaba el aire, otro cortaba trayectorias mágicas, y un tercero proyectaba escudos invisibles como capas superpuestas.
Sylha, lejos de retroceder, simplemente chasqueó los dedos. Sus burbujas sombrías giraron, dividiéndose, replicándose, girando entre los sellos como si supieran exactamente por dónde colarse.
Un sello de Ardyn intentó atraparlas, pero fue absorbido por una de las burbujas. Él frunció el ceño.
—¿Estás copiando mis hechizos?
—No. Solo los estoy coleccionando.
De una burbuja oscura, emergió una versión distorsionada del mismo sello. Ardyn apenas tuvo tiempo de esquivarlo. El impacto generó una onda expansiva que rompió dos plataformas flotantes.
Desde lejos, Dargan silbó.
—¡Y apenas es el primer intercambio! ¿Quién apostó por "colapso dimensional antes del minuto dos"?
Erian, sujetando el bol de palomitas con nerviosismo:
—¿Esto está bien? ¿Debería uno de ellos... no sé... parar?
Dargan, con media sonrisa:
—No. Esto es exactamente lo que se esperaba. Caos técnico contra caos poético.
Pausa.
—Aunque confieso que no aposté por ver a Ardyn sudar tan pronto.
En el campo, Sylha flotó hacia arriba y extendió los brazos. Las sombras se comprimieron en torno a ella, tomando forma de lanzas líquidas, que giraban como un enjambre. Ardyn respondió haciendo colapsar sus sellos en un domo defensivo que giraba como engranajes de reloj.
Cuando ambos ataques colisionaron, el cielo tembló con magia cruda.
Y el público… contuvo el aliento.
Continuará…