Capítulo 20: “Sales mágicas, pociones dudosas y drama pre-final”

La Sala de Recuperación Mágica era como un spa encantado dirigido por hechiceros medio dormidos: suave música flotando desde una lira encantada, burbujas curativas volando con actitud, y un leve olor a menta mezclado con humo de poción quemada.

Dargan reposaba en una camilla acolchada, el brazo izquierdo envuelto en vendajes que brillaban intermitentemente como luces de advertencia. A su lado, Erian estaba sentado, cubierto de vendas y con una expresión mezcla de paz y trauma.

—Me arden las pestañas… ¿eso es normal? —preguntó Erian, tocándose la frente con cautela.

—Sí, si tus pestañas fueron blanco de una explosión de magia de fuego y luz descontrolada. O sea, sí, perfectamente normal en este lugar —respondió Dargan, con una sonrisa torcida.

Una poción comenzó a burbujear violentamente en la mesa cercana. El frasco gritó: "¡NO ME MEZCLES CON MENTA!"

—Creo que esta habitación tiene personalidad —comentó Erian.

—Y un trastorno de ansiedad compartido —añadió Dargan.

La cortina mágica se abrió y entró Sylha Nox, envuelta en una bata negra con estrellas bordadas y una taza de algo humeante en la mano.

—Café oscuro con esencia de sombra —anunció—. El desayuno de los campeones.

—¿No es eso el líquido que usan para limpiar artefactos malditos? —dijo Erian.

—Exactamente —respondió ella, orgullosa.

Ardyn Lioras entró justo detrás, caminando erguido pero con el grimorio flotando cerca de su hombro como si lo estuviera guiando. Tenía un corte limpio en la ceja y un vendaje en el costado.

—Interesante técnica, Sylha —dijo sin preámbulos—. Convertir una explosión en una distracción para lanzar una burbuja de anulación desde arriba... muy poco ortodoxa.

—¿Eso fue un elogio disfrazado de crítica o al revés? —preguntó Sylha, arqueando una ceja.

—Ambos.

Hubo un silencio cómodo entre los cuatro. El tipo de silencio que sólo existe entre personas que acaban de casi destruirse en combate… y aún siguen hablando.

—Entonces… —empezó Dargan, rompiendo la pausa—. Uno de nosotros va a ganar esto.

—Y tres de nosotros van a tener que fingir que no les importa —añadió Erian, encogiéndose de hombros con una sonrisa tímida.

—Yo ya asumí que si no gano, le lanzo una burbuja de olvido al jurado —dijo Sylha con tranquilidad.

—Yo solo quiero que nadie más arruine mi túnica —dijo Ardyn, mirando a Dargan.

—No prometo nada —respondió Dargan.

En ese momento, el profesor Halbram Voreck asomó la cabeza por la puerta flotante.

—Descansen rápido. En unas horas, la final. Y sí, su próximo combate será transmitido en todos los pasillos, torres y baños de la Academia. No decepcionen.

Se fue flotando con la misma inexpresividad de siempre.

—¿En los baños también? —preguntó Erian, horrorizado.

—Excelente, la fama que siempre soñé —dijo Dargan, estirándose.

Y mientras la tensión crecía por dentro, todos ocultaron ese pequeño nudo en el estómago con risas, sarcasmo y amenazas veladas.

Porque la gran final estaba cerca.

Y esta vez, ya no serían enemigos… solo rivales con historia.