Capítulo 24 :“¡Te odio con todo mi respeto mágico!”

El campo flotante era ya una ruina gloriosa. Varias plataformas habían sido reducidas a cenizas, otras flotaban erráticamente como si estuvieran mareadas, y una tenía pintado "SYLHA RULES" con tinta mágica. Nadie sabía cuándo pasó eso. Probablemente mientras Dargan gritaba porque uno de sus clones intentó besar a Sylha por error.

Ahora solo quedaban dos plataformas, una frente a la otra, separadas por un abismo de energía mágica crepitante. Sobre ellas, Dargan Zevalen, con la chaqueta ondeando como una capa de caos, y Sylha Nox, con su capa hecha jirones y una sonrisa demente, se observaban con esa mirada entre enemigos, aliados... y algo que aún no tenía nombre.

—Ya estás jadeando —dijo ella, girando una burbuja oscura entre los dedos—. ¿Te estás rindiendo, Dargancito?

—¿Rendirme yo? —respondió, agachado, con su grimorio flotando a su lado como si le diera ánimos—. Solo estoy calibrando el nivel de locura. Última fase: nivel explosión emocional y mágica sin sentido.

—Ah, la clásica.

—La favorita.

Ambos se lanzaron al mismo tiempo.

El impacto mágico hizo estallar el aire en ondas de color azul y violeta. Runas flotantes surgieron alrededor de Sylha mientras sus burbujas se convertían en orbes oscuros danzantes que perseguían a Dargan con inteligencia burlona. Él, por su parte, creó un campo de espejos mágicos, multiplicando sus movimientos en todas direcciones.

—¡Tu magia parece un desfile de pelotas poseídas! —gritó Dargan mientras esquivaba.

—¡Y tú pareces una tienda de espejos con descuento! —le devolvió ella.

Uno de los orbes explotó cerca de la cabeza de Dargan, despeinándolo por completo. El hechizo de ilusión se deshizo y él cayó sobre una plataforma ya medio derretida. Tosió entre risas.

—¡Sylha… esto es lo mejor que he hecho en toda la academia!

—¿Incluyendo la vez que convertiste el baño en una piscina de gelatina?

—¡Exacto! ¡Y eso fue un éxito táctico!

Ella aterrizó frente a él. Ambos jadeaban. Ambos reían. Ambos estaban cubiertos de cortes, magia residual, tinta flotante y uno que otro grano de azúcar (¿de dónde salieron? Nadie sabe).

—Eres… imposible —dijo ella, entre dientes, acercándose un paso más.

—Y tú... absolutamente insoportable.

Una pausa. Una respiración compartida. Y luego, al unísono:

—¡TE ODIO CON TODO MI RESPETO MÁGICO!

La explosión final fue casi poética.

Dargan invocó una esfera de energía caótica que crepitaba con magia salvaje, mientras Sylha reunió todas sus burbujas oscuras en una masa brillante con forma de corazón... que claramente explotaría.

El impacto sacudió todo el campo. La magia estalló en una mezcla de sombras y luz escarlata, y el público contuvo el aliento mientras los profesores alzaban escudos defensivos alrededor de los estudiantes.

Cuando el humo y los ecos de risa mágica se disiparon, una figura se mantenía de pie, tambaleante, con la chaqueta hecha trizas, el cabello revuelto y una sonrisa arrogante en el rostro.

Dargan Zevalen.

—...Sigo de pie. Técnicamente.

Del otro lado, Sylha estaba sentada, riendo entre la bruma, una mano levantada en señal de rendición.

—Te gané solo porque me quedé sin burbujas. Eso no cuenta.

—Claro que cuenta —respondió él, acercándose y ofreciéndole la mano—. Esto fue glorioso.

Ella la tomó, resoplando.

—Y estúpidamente divertido.

Desde las gradas, una ovación mágica explotó. Erian y Ardyn aplaudían, Tessia lloraba por la emoción, Karla suspiraba dramáticamente y, cómo no, alguien gritó:

—¡YA CÁSENSE, TERCERA LLAMADA!

La profesora Arael Vynen, desde la tribuna, anotó en su cuaderno:

Resultado del combate: desastroso, espectacular, románticamente cuestionable. Aprobados.

Y entre el caos flotante, mientras los dos bajaban entre risas, Lyss Verhiel cerró su grimorio con una mirada seria:

—Esto no es solo talento. Es peligroso.

Y muy, muy interesante.

Fin del capítulo.