Capítulo 25 : “Una ovación, una cicatriz y demasiados dulces mágicos”

La arena flotante, ahora en reparación por al menos cinco equipos de mantenimiento mágico, todavía chispeaba con los restos de la final entre Dargan Zevalen y Sylha Nox. Las gradas seguían llenas, pero en vez de gritos, había un silencio respetuoso mientras la directora Aerith Thaloren descendía, envuelta en un vestido etéreo que parecía tejido de constelaciones.

—Estudiantes de la Academia Real de Magia de Asteria —dijo con voz firme—, hoy no solo presenciamos un duelo entre talentos. Presenciamos magia en su forma más caótica, creativa… y absurda.

Los aplausos estallaron, y alguien gritó desde las gradas:

—¡Y romántica también!

—Silencio, por favor —añadió Aerith, aunque con una leve sonrisa en los labios—. En este torneo, se han revelado nuevas estrellas, rivalidades inesperadas… y al menos tres intentos de romper las leyes de la física mágica.

Edgar, el mayordomo, asomado en un balcón, suspiró.

—Y uno de ellos fue el joven amo, por supuesto.

—¿Más de uno? —dijo Lady Mireya Zevalen, elegantemente sentada con un abanico encantado.

Lord Arvain solo asintió, resignado.

—A estas alturas, ya es parte del programa educativo.

La directora extendió una mano, e hizo aparecer cuatro pedestales de luz. En ellos, los semifinalistas fueron convocados.

Sylha Nox, Ardyn Lioras, Erian Veltor y Dargan Zevalen subieron uno por uno. Cada uno recibió una medalla flotante encantada con la forma de su estilo mágico. Sylha recibió una oscura burbuja cristalizada. Ardyn, un sello de runas flotantes. Erian, una chispa azul inestable (que casi se le escapó). Dargan… un relámpago dorado que explotó apenas lo tocó. Literalmente.

—¡¿Otra vez con los hechizos con retraso mágico?! —gritó, sacudiendo el cabello humeante.

—Te queda bien —dijo Sylha, recostada sobre su pedestal como si fuera una cama.

—¡No me provoques, burbuja ambulante!

—¡Te gané en estilo!

—¡Yo tengo más quemaduras, eso cuenta como experiencia!

Mientras todos reían, incluso Ardyn soltó una sonrisa fugaz y Erian respiró aliviado por no estar explotando, la ceremonia concluyó con fuegos artificiales mágicos que mostraban las figuras de los ganadores. Y una figura de Dargan siendo aplastado por una burbuja gigante, cortesía de un bromista con acceso al sistema visual de la academia.

Más tarde, en el salón de descanso...

Los protagonistas del caos se reunieron en la sala de recuperación, convertida en zona de fiesta informal. Nella, Juno, Tessia, Karla, Toren, Mirven y hasta Lio estaban ahí, repartiendo pastelillos flotantes y jugos que cambiaban de color con cada sorbo.

—¿Cómo es posible que sigamos enteros después de todo eso? —preguntó Erian, con una bolsa de hielo mágica sobre la cabeza.

—No lo estamos —dijo Ardyn, revisando un grimorio y sin levantar la vista—. Solo nos acostumbramos al dolor.

—¡Brindemos por el dolor! —gritó Tessia, corriendo en círculos con una taza en mano.

—Y por los idiotas que lo provocan —añadió Karla, mirando a Dargan y Sylha.

—¡Presente! —levantó la mano Dargan.

Sylha solo chocó su burbuja con la suya en señal de brindis.

—Somos una amenaza pública adorable —dijo ella.

—Y orgullosos de eso —añadió él, con una sonrisa torcida.

Juno, que tomaba notas mientras su bastón le murmuraba teorías, susurró:

—¿Deberíamos patentar el caos…? ¿O fundar un club?

—¿El Club del Desastre Glorioso? —propuso Nella, divertida.

—Acepto —dijeron Dargan y Sylha a la vez.

Y en ese instante, alguien gritó desde la puerta:

—¡YA CÁSENSE, MALDITOS MAGOS EXPLOSIVOS!

Era el mismo bromista de siempre. Nadie supo quién. Todos sospechaban de Tessia.

La noche cayó sobre la academia. Las luces mágicas titilaban entre los pasillos, y por una vez, el silencio reinó... por unos minutos.

Porque si algo había quedado claro, era que el caos, la amistad y la magia descontrolada eran parte natural del alma de Asteria.

Y de Dargan.

Y de su no-relación explosiva con Sylha.

Fin del capítulo.