Capítulo 39 : “Runas, trampas y dragones que murmuran”

El aire alrededor de las Puertas del Umbral comenzaba a hacerse más denso. No por el clima o la magia—sino por la energía de los estudiantes que se lanzaban a la acción. Cada nuevo grupo que atravesaba el umbral aportaba una capa más de caos, estilo, o confusión.

Equipo 5 – "El caos elegante" entró con paso triunfal.

—¡Prepárense para presenciar el renacer del héroe legendario! —gritó Sylvain Drakens, alzando su báculo bañado en luz dorada.

—Otra vez no… —murmuró Karla Nimor, flotando con una gravedad alterada, mientras una roca le daba vueltas como satélite personal.

—No está tan mal, podría ser peor —dijo Toren Viess, invocando una niebla tóxica con forma de gato. El gato se sentó sobre un interruptor mágico. Todos miraron el interruptor. Nada pasó.

—Creo que lo desactivaste con ternura —comentó Millo Crest, tratando de evitar que su golem se comiera una trampa.

Un par de explosiones perfectamente coordinadas decoraron el fondo.

Desde la grada, una voz gritó:

—¡Ese sí es un equipo balanceado: locura, veneno y un héroe con ego!

Mientras tanto, bajo tierra…

Los pies de Lyss no hacían ruido sobre el suelo antiguo. Las runas brillaban en patrones que solo ella entendía… y que el encapuchado parecía memorizar al mismo tiempo.

—No deberíamos estar tan cerca del núcleo sin protección —dijo ella, con frialdad matemática.

—Ya estamos marcados —respondió el encapuchado sin mirarla—. Desde que abriste el primer sello, esto empezó.

Ambos se detuvieron frente a una sala circular. El aire era tan pesado que cada respiración parecía un pacto. Al centro, una figura inmensa dormía bajo capas de piedra y fuego petrificado. Solo se veían sus garras… y la punta de un cuerno.

—¿Crees que te reconocerá? —preguntó Lyss.

Silencio.

—Lo hará —respondió el encapuchado al fin—. Siempre recuerda a los suyos.

En el campo de pruebas, otro equipo ingresaba entre explosiones mágicas menores y efectos colaterales cómicos.

Equipo 13 – "Magia decente y suerte caótica", como se hacían llamar informalmente.

—¡No pises eso! —gritó una estudiante justo cuando otro pisaba una runa.

—¡Yo no tengo visión mágica! ¡Soy miope! —gritó el otro.

Un chorro de agua mágica los lanzó por los aires, aterrizando entre un grupo de golems ilusorios invocados como defensa.

—Creo que eso fue parte del plan —dijo uno de los profesores, apuntando en su cuaderno "accidente convertido en maniobra táctica".

Desde el palco superior, la profesora Mirell Dazeen le ofrecía palomitas mágicas a Velmiar Tasse, que las rechazaba con expresión severa mientras revisaba símbolos flotantes.

—No puedo disfrutar esto mientras el tejido dimensional reacciona con cada combinación absurda de hechizos.

—¡Yo sí puedo! —respondió Mirell, lanzando una palomita al aire y atrapándola con un hechizo danzante—. Además, es emocionante. Como una obra de teatro mágica con explosiones y gritos.

Un grito se alzó entre el público:

—¡DARGAN Y SYLHA, QUE SE CASEN EN MITAD DE UN COMBATE!

Sylha, que observaba desde las gradas junto a Juno y Nella, simplemente sonrió.

—¿Casarnos? Solo si el banquete tiene bombas mágicas —dijo con aire casual.

—¿Y si hay pastel? —preguntó Juno, nervioso.

—Pastel con mecha activable —respondió ella.

Bajo tierra, el corazón del misterio palpitaba.

Lyss colocó su mano sobre una antigua losa de obsidiana. Una runa se encendió y su pulso vibró en sincronía.

—El sello final caerá pronto —dijo.

—Y entonces… despertará el dragón verdadero —añadió el encapuchado—. No el que todos esperan. El que recordará lo que Asteria olvidó.

Sus sombras se alargaron por las paredes, deformadas por una energía que no debería estar viva. A lo lejos, un crujido. Como un suspiro gigantesco… o una advertencia.

Fin del capítulo.