Capítulo 46 :“¡Bienvenido, Destructorcillo!”

El campo de práctica estaba destruido.

Columnas rotas, escudos derretidos, magia flotando en el aire como humo de batalla… y en el centro, Dargan Zevalen acariciando la panza de un dragón ancestral como si fuera un gato gordo con alas.

—…¿Qué demonios acaba de pasar? —susurró Karla Nimor desde el equipo 5, aún con su campo gravitacional girando por inercia.

—Creo… creo que lo absorbió —dijo Tessia Run, con los ojos como platos.

—¿Quién absorbió qué? ¿Dónde está la criatura de sombras? —gritó Sylvain Drakens, apuntando su bastón de luz a todos lados, como si aún estuviera en plena batalla.

La directora Aerith Thaloren descendió flotando con su túnica ondeando con estilo absoluto, mientras Halbram Voreck gritaba desde el cielo:

—¡LOS FANÁTICOS YA ESTÁN FUERA! ¡UNO ME PIDIÓ UN BESO! ¡ESTOY TRAUMADO!

Aerith aterrizó con elegancia, observando a Dargan con una ceja arqueada.

—…Así que fue absorbido.

Los profesores descendieron uno a uno, con expresiones que oscilaban entre el desconcierto y la resignación.

—¿Quieres decir que Dargan… canalizó, contuvo y luego adoptó al dragón? —preguntó la profesora Arael Vynen con los ojos entrecerrados detrás de sus gafas encantadas.

—Es correcto —respondió la directora con serenidad.

—¡Es incorrecto! —gritó Halbram, totalmente fuera de sí—. ¡ESO NO DEBERÍA SER POSIBLE! ¡NI LEGAL! ¡NI FÍSICAMENTE SENSATO!

Dargan, ignorando toda la conmoción, rascaba el mentón del dragón, que emitía un ronroneo grave que hacía vibrar las losas del suelo.

—¿Ven? Le gusta. Es adorable —dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡¿ADORABLE?! ¡ESO DESTRUYÓ UNA MONTAÑA EL SEMESTRE PASADO! —gritó Millo Crest desde una zanja, abrazado a uno de sus golems.

—Bueno, ahora es nuestro. Lo adoptamos. Va a ser… la nueva mascota oficial de la Academia Real de Magia de Asteria —declaró Dargan, poniéndose de pie con la seriedad de un político haciendo campaña.

Un silencio general.

—No podemos dejar que eso… eso se quede —intentó decir Ardyn.

—¿Y quién va a sacarlo? —preguntó Sylha, divertida, señalando al dragón que ya daba vueltas en el suelo como si buscara un palo mágico para morder.

Nadie respondió.

—…Pensé que no podían ponerse peores —murmuró Frinta Belmare mientras su esfera de tiempo flotaba sin rumbo.

—Al menos no intentó comernos —agregó Velira Moss, guardando trampas con cara de decepción.

Erian, temblando, se acercó a su mejor amigo.

—Dargan… ¿estás bien? Eso que absorbiste… ¿qué fue?

Dargan se encogió de hombros.

—No tengo idea. Pero creo que ahora tengo una especie de runa brillante en el pecho y oigo voces ocasionalmente. ¿Es normal?

Todos gritaron "¡NO!" al unísono.

—Le pondremos un nombre —dijo Dargan, completamente ignorando la lógica, la historia y la seguridad de la academia—. Debe ser imponente y fácil de recordar.

El dragón emitió un bufido que casi suena a "sí".

—¡Destructorcillo! —dijo Dargan, alzando los brazos.

El dragón movió la cola emocionado.

—…No —dijeron tres profesores al mismo tiempo.

—Demasiado tarde. Ya respondió. ¡Se queda! ¡¡Bienvenido, Destructorcillo!!

Juno Belvast suspiró.

—Y pensar que yo vine aquí para aprender.

—Todos cometemos errores, Juno —le dijo su bastón.

Desde las alturas, Lyss Verhiel observaba junto al encapuchado.

—¿Lo viste?

—Sí —respondió él, cruzado de brazos.

—No solo absorbió a la criatura. Le dio un nombre ridículo a un dragón ancestral. Y ahora toda la academia lo acepta.

—...Sí. Confirmado. Es el verdadero caos.

La directora cerró los ojos, respiró hondo y se giró hacia los profesores.

—Bien. Que alguien reconstruya el campo, documente el evento para la historia mágica, y preparen una habitación para el dragón. Clase cancelada por el resto del día.

Halbram chilló.

—¡CLASE CANCELADA! ¡ESO ES UNA CONSPIRACIÓN!

Dargan, mientras tanto, se recostó sobre el dragón.

—…¿Ven? Final feliz. Y ni siquiera destruí tanto esta vez.

Sylha lo miró.

—Dargan… arruinaste las leyes mágicas de la termodinámica.

—Bah. Detalles.

Fin del capítulo.