El viento seguía agitado incluso después del evento. Restos de magia flotaban como luciérnagas resplandecientes entre las ruinas, mientras en un árbol muy, muy lejano, colgaba Sylvain Drakens… con la capa hecha jirones y la dignidad más lejos todavía.
—...Definitivamente me tuvo respeto —dijo con voz temblorosa, medio colgando de una rama—. ¡Me arrojó lejos porque… porque me vio como una amenaza! Un oponente digno… o algo así…
El pájaro sobre su cabeza lo miró con lástima.
—¿Pío?
—¡Exacto, pequeño aliado! ¡Pío, pío de respeto! ¡El rugido del honor!
Mientras Sylvain intentaba no caerse de su árbol épico de derrota, dentro de la academia los profesores reunidos observaban una proyección mágica del lugar donde se suponía que iba a realizarse la evaluación. Ahora era básicamente un cráter amistoso con un dragón echado en el centro y Dargan usándolo de almohada.
—Eso es un sello de criatura primordial fusionado con una runa caótica —dijo la profesora Arael, girando sus gafas para leer con más detalle—. Y está… estable. Increíblemente estable. Como si Dargan Zevalen fuera compatible con el desastre puro.
—…Como si él fuera el desastre puro —corrigió Halbram, que aún tenía la cara roja y el cabello alborotado por haber tenido que evacuar gradas repletas de fanáticos llorando por "la pareja explosiva".
—Una estudiante me pidió un mechón de su cabello para hacer un altar —añadió el profesor Velmiar Tasse con expresión de trauma académico.
—¿Se lo diste? —preguntó Mirell Dazeen, curiosa.
—¡Por supuesto que no! ¡Yo no promuevo cultos! ¡Al menos no los no regulados!
En una lujosa sala del castillo Zevalen…
—¿Qué fue ese temblor? —preguntó Leorn Zevalen, mirando por la ventana con su típico aire sarcástico.
—Eso fue… grande incluso para él —añadió Celene Zevalen, frunciendo el ceño mientras sus manos destellaban con un hechizo de observación.
En la esfera mágica frente a ellos, la escena proyectada mostraba a Dargan con el dragón tumbado a su lado, rodeado por un anillo de estudiantes agotados, profesores confundidos y escombros flotando.
—…¿Está usando al dragón como cojín? —murmuró Celene.
—¿Y la criatura oscura ancestral fue absorbida? —dijo Leorn, rascándose la barbilla—. Técnicamente eso cuenta como progreso.
Lord Arvain Zevalen apareció tras ellos con paso tranquilo y expresión grave.
—Entonces… ¿debemos preocuparnos?
—No más que de costumbre —dijo Celene.
—Es decir… sigue vivo, la academia no está destruida, y ahora tiene un dragón —resumió Leorn—. Podría ser peor. ¿Recuerdan lo de la salamandra gigante que se creía chef?
—Sí… aunque esto tal vez supere eso —murmuró Celene con resignación.
Lady Mireya Zevalen entró elegantemente, observando la proyección.
—Oh, miren. Nuestro hijo adoptó una criatura legendaria. Qué adorable. Espero que le ponga un nombre respetable.
—…Lo llamó "Destructorcillo" —dijo Arvain.
Silencio.
—…Por supuesto que lo hizo —susurró Mireya con una sonrisa serena—. Es tan creativo. Heredó mi ingenio… y tu despreocupación por la estabilidad mundial.
Mientras tanto, en la torre norte…
Lyss Verhiel y el encapuchado aún observaban en silencio la escena.
—El dragón despertó… y no destruyó nada. No porque no pudiera, sino porque eligió no hacerlo —dijo Lyss, entornando los ojos.
—O porque lo domesticaron con caricias y nombre ridículo —añadió el encapuchado.
—¿Y la criatura que sellamos bajo la torre?
—Absorbida. Por ese caos andante —dijo él, señalando a Dargan que ahora intentaba ponerle una corona de flores al dragón mientras los otros equipos gritaban "¡ESO NO ES UN GORRO!"
Lyss suspiró.
—¿Deberíamos intervenir?
—¿Y perder el espectáculo? No, aún no —respondió el encapuchado, divertido—. Pero el equilibrio mágico mundial probablemente se inclinó tres grados hacia el absurdo. Ya nadie puede detener lo que viene.
—Entonces solo queda prepararnos. El caos… está ganando.
—Y lo peor —añadió él con un tono serio—. Es que me está cayendo bien.
Fin del capítulo.