Capítulo 60 – “Fuego cruzado, entrenamiento conjunto y cosas que no deberían moverse solas”

—Y esa, mis queridos emisarios de errores mágicos, fue la quinta explosión antes del desayuno —dijo la directora Aerith Thaloren con una copa de té humeante flotando frente a ella—. Lo cual, honestamente, es un récord bajo para ustedes. Me siento… inquieta.

Estaban en el salón principal de la torre administrativa, y los representantes de cada clase estaban reunidos en círculo. También estaban presentes algunos profesores… y Kaelir, por supuesto, sentado con una compostura impecable.

—Es decir —continuó Aerith, cruzando las piernas—, esta calma rara... no es natural. Así que lo arruinaremos. Entrenamiento conjunto obligatorio para todos los equipos formados.

—¡¿Entrenamiento conjunto?! —repitieron varios a la vez.

—¡Eso suena a… a…! —comenzó a decir Dargan con emoción, hasta que Ardyn interrumpió:

—Desastre. Eso suena a desastre.

—Justamente por eso me gusta —sonrió Sylha, sacando una pequeña burbuja oscura en la que flotaba una miniatura de Dargan gritando.

—La dinámica será simple —dijo Aerith—: se enfrentarán equipos en prácticas conjuntas. Técnicas coordinadas, maniobras combinadas. Cada clase será dirigida por un profesor diferente. Y para asegurar que no todo se descontrole... —miró a Kaelir— ...nuestro nuevo asistente de observación los seguirá. En todas las clases.

—¿Y si no queremos trabajar en equipo? —preguntó Velira Moss desde una esquina, mientras desarmaba una trampa mágica.

—Entonces probablemente termines atrapada por tu propio dispositivo explosivo como la semana pasada —dijo Karla Nimor, sin mirar desde su libro flotante.

—Eso fue una decisión artística.

Más tarde, en la práctica dirigida por el Profesor Halbram Voreck...

—¡Coordinación no significa pararse cerca del otro mientras lanzan hechizos al azar, orcos descerebrados! —bramó Halbram, caminando entre dos equipos que acababan de lanzar ataques simultáneos… en direcciones opuestas.

Tessia corría en círculos para evitar una ráfaga gravitacional desviada, mientras Millo Crest intentaba detener un golem que había empezado a hablar en rimas extrañas gracias a una interferencia ilusoria de Juno.

Kaelir, como siempre, observaba. De pie, en un borde del campo, con los brazos cruzados y una expresión tranquila, aunque sus ojos se movían con precisión quirúrgica.

—¿Sabes que podrías ayudar? —le dijo Dargan mientras se deslizaba hacia él en medio del humo de una barrera colapsada.

—¿Ayudar? ¿Y arruinarme la diversión? Estoy recopilando datos de caos. Muchísimos.

—Admites que esto es divertido —le sonrió Dargan, alzando una ceja—. Debo decir que en el futuro… sigues siendo igual de guapo, ¿eh?

Kaelir parpadeó. Suspiró.

—Sí. Creo que llegué demasiado tarde para salvar a esta generación.

Desde lo alto, el profesor Velmiar Tasse dibujaba runas flotantes en el aire, probando un escudo combinado con magia elemental y barreras mentales. La clase de Runas Avanzadas se había unido temporalmente con la de Defensa Rápida de la profesora Mirell, lo cual era una receta para… exactamente lo que ocurrió: una explosión multicolor con efectos aleatorios.

—¡¡AHORA VEO TODO CON SABOR A FRUTA!! —gritó Domel Irk mientras giraba en el aire envuelto en un hechizo ilusorio de Juno que parecía una enorme torta danzante.

—¡Al menos lo estás disfrutando! —le respondió Tessia con entusiasmo—. ¡Yo puedo oler los colores ahora!

En medio de todo, sin que nadie lo notara, una figura de túnica gris oscura y bordes oscuros caminaba entre los pasillos de la academia.

Invisible para los sentidos normales. Encubierta por una magia antigua.

Se detuvo frente a un cristal encantado, oculto tras una estatua rota del ala sur. Su mano se alzó. Trazó símbolos invertidos.

—Tantas defensas… y ni una que reconozca lo que viene de abajo. Ingenuos.

Activó algo. Algo que se despertó muy, muy por debajo de la academia.

Mientras tanto, en el comedor principal...

—¡¿Saben lo que esto significa?! —gritaba Tessia—. ¡Estamos a un paso de ser el equipo con más descalabros mágicos de toda la historia académica!

—¿Eso es bueno? —preguntó Erian, comiéndose una galleta mágica que lo hacía cantar involuntariamente.

—¡¡OBVIAMENTE!! —gritó Tessia, aún en modo turbo.

En ese momento, la puerta se abrió de golpe.

—El héroe ha regresado… ¡para salvarlos a todos!

Silencio.

La voz de Sylvain Drakens resonó con poder... mientras el comedor estaba completamente vacío.

Solo el eco de su voz respondió:

—…salvarlos a todos… a todos… todos…

—…Quizás llegué un poco pronto —susurró, dramáticamente, mientras su capa ondeaba sola con magia de viento.

Y así, mientras las clases avanzaban, los entrenamientos se descontrolaban y los profesores perdían más cabello del habitual…

Algo acechaba en los túneles. Algo se infiltraba. Y alguien, entre ellos, ya no era quien decía ser.