La noche no había terminado.
En el salón oculto bajo la torre central —solo accesible con una combinación de tres hechizos, una llave viva, y el consentimiento de la directora—, las figuras más poderosas de la Academia Real de Magia de Asteria estaban reunidas alrededor de una mesa circular de piedra flotante.
La Directora Aerith Thaloren se mantuvo de pie, con el ceño fruncido, sosteniendo el pergamino del desafío en su mano. A su alrededor, los profesores Arael Vynen, Halbram Voreck, Velmiar Tasse, Mirell Dazeen y la joven y energética Tessia (que se coló sin ser invitada) escuchaban con atención.
—Esto no es solo una provocación —dijo Aerith, con voz grave—. Es una declaración. La Academia Vel Ardonis no solo ha sobrevivido al colapso dimensional. Ha resurgido… y nos ha tendido una trampa.
—¿Y qué propone hacer, directora? ¿Aceptamos esa guerra arcaica? —inquirió Halbram, ajustando su barba con irritación.
—Ya la hemos aceptado en cuanto entraron a nuestros salones. No tenemos opción —dijo Arael con frialdad—. Lo robaron, lo sellaron con su marca, y nos retaron. Si no respondemos, quedaremos como cobardes. Y ellos... seguirán atacando.
—¡Entonces entrenemos a nuestros alumnos! ¡Hagamos un escuadrón de guerra! ¡Uno con estilo, magia, carisma y algo de glitter! —gritó Mirell, levantando el puño.
—No podemos mandar a cualquiera —interrumpió Velmiar, ajustando sus gafas—. Pero… tampoco tenemos mejores opciones que nuestros estudiantes actuales. Los mejores… o los más impredecibles.
Aerith cerró los ojos un instante.
—Entonces que se haga. A partir de mañana, se formarán escuadrones mágicos de combate. Y empezaremos con los ya existentes.
—¿¡Vamos a entrenarlos para la guerra como si fuera clase de gimnasia!? —Tessia levantó la mano, alarmada.
—Conociendo a nuestros alumnos… será mucho peor —murmuró Arael.
A la mañana siguiente, el anuncio fue hecho.
En mitad del comedor principal, la directora apareció entre destellos de luz celestial y murciélagos dorados —cortesía de un hechizo decorativo de Mirell que "se le escapó".
—A partir de este día, cada equipo de práctica de esta academia será registrado oficialmente como escuadrón mágico de respuesta —declaró Aerith, mientras los estudiantes comenzaban a gritar, reír o correr por los pasillos.
—¿¡Nosotros qué!? —exclamó Erian, derramando su jugo sobre Juno, cuyo bastón chilló "¡NO FUI YO ESTA VEZ!".
—¿Escuadrones mágicos? ¿¡Oficiales!? —dijo Sylha, con una sonrisa felina—. ¿Eso incluye licencia para causar caos?
—¡ESO INCLUYE RESPONSABILIDAD Y ESTRUCTURA! —gritó Ardyn desde el fondo.
—Suena como el escenario perfecto para mi renacimiento como campeón del destino —dijo Sylvain Drakens, levantándose como si diera un discurso.
—¡Y para construir trampas automáticas con nombres épicos! —gritó Velira Moss, sacando de su bolso un cuaderno que decía “Trampas que podrían ser ilegales pero aún no está claro”.
En medio del alboroto, Kaelir y Lyss estaban en silencio, observando la mesa de estrategias en la sala de estrategia nueva, montada en el centro del bosque como campamento de guerra. El artefacto robado había sido el Núcleo de Memoria de Gaia, un objeto sellado que registraba antiguas rutas de portales entre planos mágicos colapsados.
—Ese artefacto… si lo usan en combinación con magia de resonancia… podrían abrir pasajes prohibidos —dijo Kaelir, serio.
—Y permitir que fuerzas que no deberían existir vuelvan a entrar en este plano —añadió Lyss.
—Alguien dentro de Asteria les dio acceso. Todavía tenemos a un infiltrado aquí —dijo Kaelir en voz baja—. Y lo encontraremos.
Lyss entrecerró los ojos. Un momento después, sonrió apenas.
—Espero que sea alguien que odie a Dargan. Tengo una lista.
Mientras tanto, en una colina cercana a la academia, el héroe silente, ahora sin su máscara, vigilaba los alrededores. El viento movía su cabello blanco, y sus ojos violeta profundo estaban fijos en las sombras del bosque.
—La guerra ha comenzado —murmuró para sí.
A su lado, un cuervo encantado soltó un graznido, portando una carta oscura con un sello rojo:
“La cuenta regresiva ha comenzado. Tres semanas. Prepárense para el primer enfrentamiento.”
De vuelta en los pasillos, Tessia se dejó caer dramáticamente en el suelo de mármol.
—¿¡Por qué esta academia no puede tener un trimestre normal con fiestas escolares, pociones básicas y cupcakes mágicos!?
Dargan pasó junto a ella, con una sonrisa divertida, mientras Sylha y Lyss lo seguían desde lados opuestos, intercambiando miradas cargadas de tensión elemental.
—Vamos, ansiedad con patas —le dijo a Erian, que ya sudaba como si estuvieran en medio de una batalla.
—¡No me llames así cuando estamos siendo reclutados para una GUERRA! ¡Yo vine a esta academia por las bibliotecas!
—¿Y yo vine por la paz y el orden? —se burló Dargan—. Vamos. Si esta es una guerra... que se preparen.
—Para el caos vestido de cuero —añadió Sylha, girando una burbuja oscura.
Lyss solo murmuró:
—...o para algo peor.
Y desde el cielo, nubes oscuras comenzaban a concentrarse sobre Asteria.
La Guerra Académica Número 126... había comenzado.