Parte I – La batalla en Vel Ardonis
La niebla era densa como alquitrán. Cada paso sobre la tierra de Vel Ardonis resonaba como si hollaran ruinas vivientes. Pero los siete de Asteria no retrocedieron.
Dargan Zevalen conjuró un rayo azul oscuro que giró sobre su cuerpo como una serpiente de relámpagos, fulminando al primer esqueleto armado que cargó hacia ellos.
—¡Vamos! ¡El que no sude, no come hoy!
Sylha Nox desapareció entre su propia sombra y emergió detrás de un invocador enemigo, sus burbujas oscuras envolviéndolo en confusión mental. Una carcajada escapó de sus labios.
—Adoro los juegos nuevos.
Velira Moss, por su parte, conjuró una red de trampas que se activaron al tacto mágico. Un golem de piedra emergido del suelo enemigo fue reducido a polvo al cruzar la zona.
—¿Trampas para ti, trampas para mí —murmuró—. Esto es danza geométrica.
Karla Nimor, con una sola mano, alteró el campo gravitacional a su alrededor. Varios enemigos quedaron suspendidos en el aire, completamente vulnerables. Su voz era cortante.
—No desperdicien tiempo. Son sólo títeres.
Tessia Run se convirtió en un rayo. Su figura desaparecía y reaparecía entre enemigos, no para atacar, sino para marcar puntos débiles.
—¡Allí! ¡Y allí también! Ardyn, ¿lo tienes?
Ardyn Lioras, con total calma, lanzó una cadena de hechizos precisos. Cada invocación fue destruida como si lo hubiera previsto con anticipación.
—Confirmado.
Nella Draive, en el centro del grupo, había creado una cúpula de barreras hexagonales que giraban como engranajes. Cada proyectil enemigo que llegaba era desviado o absorbido.
—Nadie cae mientras yo esté.
Y entonces, una nueva figura apareció: Syriel Vennar, con un grimorio flotante de páginas arrancadas, sonriendo como si estuviera en un parque.
—Ya hicieron su entrada, pero ¿pueden mantener el ritmo?
Con él estaban Fane Lurn, el que controlaba las arenas movedizas encantadas, y Riska Voln, la maga de espejos explosivos.
Lyss Verhiel, sin esperar órdenes, se deslizó entre ellos sin ser vista. Solo su voz, como un eco, rompió el aire:
—Tres enemigos de frente. Posiciones detectadas.
El combate estaba lejos de terminar.
Parte II – La vida sigue en Asteria
Mientras tanto, en la Academia Real de Magia de Asteria, los salones estaban más silenciosos de lo habitual. Los siete elegidos ya no estaban, y eso había dejado un vacío innegable.
Pero no era tiempo de pausa.
Halbram Voreck, ahora máxima autoridad, hizo resonar su bastón en el patio principal. Todos los equipos que no fueron elegidos estaban reunidos.
—Este no es un momento de descanso. Es un momento de formación. El entrenamiento no se detiene por la ausencia de los mejores. ¡Porque ustedes serán los próximos!
Profesor Rauden Fell, con su actitud enérgica, se encargó del área de combate.
—¡Toren, Kariel, Lio! ¡Adelante! Vamos a ver cómo lidian con un asalto conjunto sin preparación previa.
Mirell Dazeen, desde su aula, hizo flotar tiza encantada mientras sonreía con energía.
—¡Hoy trabajaremos la empatía mágica entre ustedes! ¡Frinta, Ralia, Domel, prepárense!
Velmira Soryn, emocionada, abría una caja de artefactos recién ensamblados.
—¡Vean esta belleza! ¿Quién quiere probar un guante que detecta mentiras mágicas? ¡Millo, ven aquí!
Velmiar Tasse enseñaba runas avanzadas a los más dedicados, entre ellos Mirven Thol y Juno Belvast, quien discutía con su bastón.
—¡No puedes usar una runa antigua como marcador de libros, Juno! —exclamó el profesor.
Mientras tanto, Erian Veltor, sentado a solas en la biblioteca, hojeaba libros antiguos. Se sentía inquieto, pero determinado.
—La próxima vez… no me quedaré atrás. Lo prometí.
Desde el balcón, el Caballero Silente lo observaba sin decir nada. Sólo asintió con lentitud, como si aprobara su resolución.
En la sala de vigilancia mágica, Kaelir seguía monitoreando el campo de batalla a través de orbes flotantes.
—Su sincronía mejora… pero aún falta lo más difícil —murmuró.
Aerith Thaloren, desde su comunicación etérea, respondió con firmeza:
—Mantén la conexión. Pronto llegará el siguiente paso… y no todos los legados están del mismo lado.