¡Om!
Cuando el Arcoíris Divino descendió, Mo Wangchen pudo sentir que su cuerpo y alma se desintegraron instantáneamente, aniquilando tanto su forma física como su espíritu.
¡Whoosh!
Se despertó sobresaltado del sueño, sentándose bruscamente con el rostro cubierto de sudor frío, su espalda ya helada.
¡La sensación de muerte que acababa de experimentar aún le provocaba escalofríos de terror cuando pensaba en ello!
—¡Hu!
Mirando alrededor, Mo Wangchen dejó escapar un largo suspiro de alivio. Había escapado completamente del sueño y estaba de vuelta bajo aquel gran árbol. No lejos de él, los dos cadáveres aún yacían.
—¿Qué era exactamente ese ojo...?
Frunció el ceño profundamente, su corazón lleno de conmoción. Ese ojo era demasiado aterrador, borrando su existencia en un instante.
Originalmente, después de haber llevado a Yaoyao a través del Puente de la Otra Orilla, se había desmayado, inconsciente, y todo lo que había sucedido en el sueño fue una vez realidad.