—Yun Xiao, pensé que ibas a esconderte como una tortuga, pero para mi sorpresa, ¡realmente tuviste las agallas de aparecer!
Mirando a Yun Xiao que subió a la arena y se paró frente a él, Feng Hang suprimió la ira en su corazón y en cambio habló con sarcasmo, insinuando que Yun Xiao se estaba sobreestimando.
—Jeje, ¿cómo podría perder la oportunidad de cruzar manos con el Hermano Feng Hang? —El rostro de Yun Xiao mostraba una suave sonrisa, sus palabras aparentemente corteses, pero contenían una implicación oculta.
—¿Sabes que yo, Feng Hang, nunca me contengo en mis golpes? Si pierdes tu pequeña vida más tarde, ¡no me culpes por no haberte advertido! —La declaración de Feng Hang estaba cargada de intimidación; no le agradaba el comportamiento del joven.