—Lo siento, Hermana Menor Mo Qing, pero yo también tengo mis ojos puestos en este objeto. ¿Por qué no vas por ese pergamino en su lugar?
En solo un instante, Yue Qi abandonó su objetivo original, el pergamino verde, y puso su mirada en el pequeño árbol, cuyo valor desconocía por completo.
Hay que decir que la actitud de Mo Qing causó un giro completo de 180 grados en los pensamientos de Yue Qi. Al menos a sus ojos, cualquier cosa que pudiera colocarse en la plataforma central junto al pergamino de la Botella de Jade, especialmente en el centro mismo, seguramente no podría ser mucho menos valiosa que esos dos objetos.
—¡Maldita sea!
Tan pronto como Yue Qi habló, Mo Qing lo maldijo silenciosamente en su corazón. Ella había visto claramente que su objetivo era el pergamino verde hace un momento. ¿Cómo cambió de opinión tan repentinamente?