—¡Maldita sea!
Al ver las figuras de Yan Chun y Xuan Zhi desaparecer en la distancia, Yun Xiao no pudo evitar maldecir en silencio. El contenido de la caja de madera había sido arrebatado sin que él pudiera echarle un vistazo, lo cual era verdaderamente frustrante.
Sin embargo, con la protección de Yan Chun, Yun Xiao no se atrevió a perseguirlos solo. Con su fuerza, ¿cómo podría enfrentarse a un cultivador del Reino de la Vena de Espíritu? Si los perseguía imprudentemente y le daba una oportunidad a Yan Chun, podría costarle la vida.
—¡Hmph!
Justo cuando Yun Xiao estaba frunciendo el ceño en el lugar donde los dos habían desaparecido, un gruñido ahogado sonó detrás de él. Al darse la vuelta, vio que Su He ya no podía sostenerse y había caído al suelo, sentándose pesadamente.
Resultó que Su He había estado dependiendo únicamente de su fuerza de voluntad todo el tiempo. En realidad, ya estaba gravemente herido, y si no recibía tratamiento oportuno, su vida podría estar en riesgo.