Las cuatro estrellas que aparecieron en el Muro Hijo eran excepcionalmente brillantes, trayendo claridad a la mente febril de Zhao Zilong.
La plaza central entera estaba en silencio. Con el movimiento de Zhao Zilong, cualquiera con ojo crítico podía ver que había un problema con este Muro Hijo.
—Te dije que te detuvieras, ¿no me escuchaste? —La mirada de Gu Chudong era siniestra, y una llama de ira se elevó en su corazón.
La mirada hostil de Gu Chudong hizo que Zhao Zilong sintiera como si hubiera caído en una bodega de hielo, su cuerpo frío.
Incluso si fuera tonto, podía adivinar vagamente que el Anciano de Manto Plateado de la Secta Chongyang ante él deliberadamente quería causarle problemas a Xiao Ye, pero fue interrumpido por sus acciones involuntarias...
—Hermano Zhao, ya sospechaba que había un problema con este Muro Hijo. Gracias por probarlo con tus acciones —dijo Xiao Ye con una sonrisa completa, como si estuviera muy familiarizado con Zhao Zilong.