—¡Hermano Xiao, no me di cuenta de que eras tan formidable! —en el camino de regreso al Condado, los ojos de Baili Yi y Baili Yan brillaban mientras miraban a Xiao Ye sin cesar.
El aura invencible que Xiao Ye había mostrado anteriormente los había impactado hasta la médula, y todavía no podían calmarse.
—Hermano Xiao, tu fuerza claramente supera a la de Hong Lie. ¿Por qué no respondiste cuando otros se burlaban de ti? —preguntó Baili Yi.
Habiendo presenciado el poder de Xiao Ye, estaba completamente convencido. Lo llamó Hermano Xiao con admiración y respeto.
Xiao Ye miró a Baili Yi y dijo con calma:
—Practico las artes marciales no para competir con otros o participar en disputas verbales. Eso es comportamiento de los débiles.
—Si quisiera silenciarlos, un puñetazo sería suficiente. Si desdeño bajar a su nivel, no importa cuánto critiquen, puedo permanecer imperturbable.
Estas palabras abrieron un nuevo mundo para Baili Yi, presentándole una perspectiva completamente nueva.