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¡Swoosh, swoosh, swoosh!
Las olas se agitaban, golpeando contra el casco.
En este momento, mientras el sol se elevaba, miles de millones de rayos dorados atravesaron la niebla, brillando sobre aquel antiguo y turbulento vasto continente.
Mirando la costa cada vez más cercana del continente, el rostro de Xiao Ye estaba lleno de emoción.
¡Por fin había llegado al Verdadero Continente del Espíritu!
Más de dos años, para Xiao Ye, había sido bastante tiempo. De no ser por el mapa que le dio el Maestro de la Secta Chongyang, habría tardado aún más.
—¡Este es el lugar donde yo, Xiao Ye, haré mi posición!
El cabello negro de Xiao Ye bailaba salvajemente mientras su sangre largamente reprimida ardía con fervor, sus ojos ardiendo como el sol abrasador y su intención de guerra elevándose hacia los cielos.
—¡Pequeño Blanco, vamos!
Con un grito emocionado, Xiao Ye se elevó hacia el cielo.