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Al escuchar los regaños del Anciano Du, el rostro de Xiao Ye estaba lleno de incredulidad.
El restaurante era tan grande que el Anciano Du podía salir por cualquier lado, pero específicamente lo había señalado a él, claramente usándolo como chivo expiatorio para desahogar su frustración.
Xiao Ye tomó un trozo de comida y se lo llevó a la boca, sin siquiera mirar al Anciano Du, tratándolo como si fuera aire.
La expresión del Anciano Du se congeló, temblando de ira.
Había sido humillado al ser herido por un joven misterioso con un solo movimiento antes, y ahora ser ignorado por Xiao Ye lo hacía casi enloquecer.
«Este tipo debe estar loco, ¿cómo se atreve a imitar a ese joven? ¿Acaso cree que tiene ese tipo de fuerza?». El restaurante se llenó de murmullos, con los clientes mirando hacia Xiao Ye.