—¡Hermano, sálvame!
El pequeño Xiao Fan luchaba dolorosamente en los brazos de Luo Meilan, extendiendo su tierna manita hacia Xiao Ye.
—¡No!
Xiao Ye, con el cabello despeinado, cargó como un loco, solo para ser lanzado por ese poder aterrador, estrellándose brutalmente contra el suelo con graves heridas. Solo pudo observar impotente cómo Xiao Yang, Luo Meilan y el pequeño Xiao Fan se convertían en cenizas ante sus ojos, su cálida sangre salpicándole.
En este momento, el cuerpo de Xiao Ye tembló violentamente, las venas hinchándose en su frente, su corazón como si fuera atravesado por diez mil espadas, lágrimas de sangre brotando de sus ojos.
¡Desaparecidos!
¡Todos desaparecidos!
¡Sus miembros del clan, sus parientes, su aldea, todos desaparecidos!
¡Y el cerebro detrás de todo era ese joven con el extraño tótem en su rostro!
Con solo un golpe casual de palma, había derribado la vida que conocía, arrojándolo a un abismo sin fin.
—¡Debes morir, debes morir!