Cuando Xu Xin despertó de su sueño curativo,
encontró a Xu Nian mirándola, perdido en sus pensamientos.
Sin embargo, no había en sus ojos la habitual admiración que mostraban otros hombres; en su lugar, estaba teñida con un poco de tristeza y emoción.
Esta mirada sacudió a Xu Xin.
No tenía idea de por qué este joven la miraba con una expresión tan extraña.
Era como si fuera un pariente perdido hace mucho tiempo.
Xu Xin se puso lentamente de pie.
Su movimiento naturalmente llamó la atención de Xu Nian.
—¿Estás despierta? ¿Cómo están tus heridas? —preguntó Xu Nian con preocupación.
—Ya no son un problema, gracias. Aún no sé tu nombre —dijo Xu Xin.
—Mi nombre es... Lin Long, tu nombre es Xu Xin, ¿verdad? Oh, déjame presentarte, este es mi hermano... Zhang Di —Xu Nian señaló a Chen Wudi, que estaba sentado no muy lejos en un árbol.
Xu Xin se volvió para mirar a Chen Wudi.
Chen Wudi esbozó una leve sonrisa, como saludo.
Sin embargo, estaba un poco desconcertado por dentro.