Nos encontrábamos en el suelo, estaba que me derretía de la pena. No sabía qué hacer pues mi tobillo dolía y si intentaba levantarme solo empreoraria mi dolor.
Orlando soltó una gran risa, a lo que pensé que se reía de mí, y yo estaba roja de la vergüenza no quería levantar la cara solo estaba con la cata undida en su pecho. Y yo solo escuchaba su risa que había crecer más mi vergüenza, solté un leve golpe en el pecho de Orlando, y con una voz algo tímida levanté la cara y le dije que no se burlara más.
Él solamente sonrío con más fuerza, seguido toco mi cara y dijo - no te molestes, me río por qué fue muy gracioso como caímos, no me burlo de ti solo que me pareció divertida la caída, pero dime estás bien?-
-si estoy bien- dije con un puchero en la cara, a lo que el suguio riendo pues dijo que mi cara era tan tierna cuando había pucheros. Solo escondí la cara nuevamente en su pecho.
Él se levantó primero y después me ayudó a mi, esta vez por fin pude sotenerme pues entre la vergüenza el dolor se disipó. Recogimos nuevamente los leños y continuamos el camino. Unos diez pasos adelante, sentí la mano de Orlando sujetando la mía.
- puedes volver a caerte y yo ya no quiero volver a caer, mejor te guío por el camino y así evitamos las accidentes- me dijo guiñando un ojo.
- No te preocupes, puedo caminar sola no es necesario- respondí con un tono más serio, pues senti que me trataba como una torpe.
- jaja no te preocupes, no solo lo hago por ti, sino también por mi. El camino está lleno de hoyos y grandes montículos de tierra. Es mejor que te guíe hazme caso- sonrió dulcemente y ya no pude negarme, solo rodé los ojos y obedecí.
El camino se tornó más lindo, pues el contacto de su mano y mi mano me hacía sentir especial, yo aún no sabía que es lo que Orlando sentía por mi, si era simple dulzura por recordarle a su hermanita o si en verdad podía estarme viendo como algo más. En ese momento ya no me importaba, nuestro cálido contacto era en lo único que me concentré y mis mejillas ardían por momentos, pues tenía sentimientos que no sabía cómo explicar. No podía resolver todo en ese momento, solo sabía que esa situación me gustaba y que no quería que terminara. Nunca antes había caminado con un chico de la misma forma que lo hacía con Orlando, nuestros dedos entrelazados y con una buena plática hacía que yo me imaginara una relación con él, pero yo me encontraba echa nudos pues con mi inexperiencia no sabía cómo tomarme partida para mínimo descubrir si había sentimientos de su lado y era algo que me asustaba, pues sabía que sino existían yo terminaría decepcionada y dolida. Pero era algo que también debía decifrar, no podía vivir con esa duda. Camino de vuelta comencé con un ligero interrogatorio que estaba por improvisar, ya que no tenía ni la más mínima idea de cómo comenzar para poder interpretar alguna señal.
- Orlando… eres muy lindo, este día te he causado muchos problemas- dije apenada.
- No digas eso, para mí no es problema cuidar de la hermana de mi mejor amigo- contestó.
Me sentí un poco angustiada, pues su respuesta iba más encaminada hacia la lealtad y amistad con mo jermano.
- Ok, aún así quiero agradecer lo que has echo. En verdad me siento avergonzada y no quiero que me veas como una responsabilidad ni por mi hermano ni por mi- dije sin levantar la mirada.
- No, en serio lo hago con todo el gusto del mundo, no eres una carga para mí. Al contrario me siento muy bien de pasar tiempo contigo y si necesitas ayuda quiero ser yo quien te la dé- sonrío marcadamente.
Su respuesta me había puesto más tensa, la había interpretado diferente, pues decía que se sentía bien conmigo y yo no siria mal interpretar su respuesta pero a mi cabeza todo estaba quedando un poco más claro. Tenía la certeza que no me veía como una niña, sino que él comenzaba a mirarme diferente, tal vez como amiga pero ya no era ante sus ojos esa niña que conoció el primer día.
- A mi también me gusta pasar tiempo contigo, es bueno tener amigos como tú- contesté con una gran sonrisa.
Llegamos de vuelta al campamento con mucha leña para la fogata mientras Ana y mi hermano tenían una deliciosa cena, nada extravagante pero todo olía delicioso, comimos todos al rededor de la parrilla donde habían cocinado. Todo era delicioso tal parece que al aire libre todo toma in mejor sabor.
Nadamos por un buen rato en el lago, la estábamos pasando como nunca. Todo era realmente divertido, creí que me tomaría más tiempo adaptarme a los amigos de mi hermano, pero todos eran muy agradables y nos incluían como si ya nos conociéramos de tiempo. Orlando se acercó nuevamente a mí, me dijo que nadaba muy bien, le dije que si; que mis papás nos habían metido a clases de natación desde muy pequeños. Lo que hizo que Orlando se sormprendiera un poco.
- Yo no sé nadar muy bien, no soy experto- cometo- me encantaría tomar algunos cursos para volverme un tanto bueno en natación, deberías recomenrar tu escuela.
- Oh! Claro cuando estemos en la ciudad te pasaré toda la información igual si gustas yo puedo enseñarte lo que se. Así no llegarás en blanco a las clases.
- En serio lo harías? Me encantaría tener una mini maestra a mi disposición- sonrío. - Prometo que aprenderé muy rápido no seré un fastidio- levantó la mano derecha en forma de juramento.
- Jaja claro, te enseño lo que se me encanta enseñar y que mejor que seas tú mi primer alumno. Sonreí plácidamente.
Pasmos algunas horas más nadando antes de que el sol se metiera y después jugamos un poco de soccer. La tarde iba de lo mejor y yo no podía estar más feliz, Ana la estaba pasando genial. Nos separamos del grupo para descansar un momento.
Ana: te vez muy feliz amiga, nunca te había visto sonreír tanto en todo el tiempo que llevamos de amigas- mencionó en tono pícaro.
- Que dices? Claro que no, yo siempre me la paso muy bien en todos lados.
- Pues hoy te ves diferente, tu sonrisa, tu mirada, tú… tienes otro brillo que no sabría explicar. Me encanta verte así y me alegra mucho verte tan cerca de Orlando, tal parece que él también lo disfruta no se ha despegado de ti, para todo busca un pretexto para acercarse. Dijo.
- Claro que no! El es amable con todos, no solo contigo. Sonreí para mis adentros al escuchar lo que Ana decía.
- No mientas Iris, Orlando está más cerca de ti, más cerca de lo normal. Puede que sea con alguna otra intención- Golpeó mi hombro.
- Ana… en verdad me gusta, ha sido poco el tiempo que he convivido con él, pero genuinamente puedo decirte que me gusta muchísimo, me encanta su forma de ser, las atenciones que tiene conmigo, todo él me gusta- confesé apenada.
- Amiga todo eso que me dices, se nota a kilómetros y la atención que él te está dando también se nota, me da un gusto enorme que puedas decir lo que sientes. Eso solo quiere de ir una cosa estás !enamorada! - Me jalo hacia su lado y me abrazo.
Yo no quería aceptarlo tan de repente, pero ya no podía ocultárselo a mi mejor amiga, ella sabe todo de mí y esto no sería la excepción. Realmente estaba enamorada de Orlando.