Tengo Algo Más Grande

Ruby necesitaba que le recordaran cuánto tiempo llevaban las criadas llamando a la puerta. Sin embargo, podía recordar cada caricia que Matthew le había dado. Las manos de su esposo le quitaron capa tras capa de la ropa que había llevado esa tarde.

El sonido de la leña siendo devorada por el fuego era claro en los oídos de Ruby, pero el sonido de la respiración de Matthew junto a su oreja hizo que Ruby dejara de prestar atención a su entorno.

Matthew levantó el cuerpo desnudo de Ruby, luego la cargó como un koala abrazando un tronco de árbol. Sus labios acariciaron los labios de Ruby suavemente mientras su otra mano frotaba la espalda de Ruby.

Aunque Ruby no llevaba ropa, su cuerpo no sentía frío porque Matthew siempre canalizaba energía espiritual para calentarla.

Matthew quitó toda la pila de papeles y libros de la mesa para acostar la espalda de Ruby sobre la mesa.