—¡Su Majestad, por favor abra la puerta! ¡Su Majestad necesita su ayuda! ¡Se lo suplico; por favor salve su vida!
Dena intentó golpear la puerta de Matías tan fuerte como le fue posible; ni siquiera le importaban los modales o tenía miedo de Matías.
Lo único que ocupaba la mente de Dena en ese momento era encontrar una manera de salvar a su reina.
Dena solo había sido doncella de Ruby por menos de dos meses. Sin embargo, la actitud de Ruby, quien siempre era amable con ella y consideraba a Dena como una amiga, hizo que temiera perder a Ruby.
Por otro lado, Matías estaba de pie en la puerta. Matías juntó sus manos frente a su pecho; no parecía importarle las súplicas desesperadas de Dena.
En lugar de sentir lástima, Matías sentía que la desesperación de la sirvienta era algo placentero para él.
—¿Escuchaste eso, Matthew? Tu esposa se está muriendo —Matías se rio en voz alta—. ¿Vas a suplicarme que ayude a tu esposa?