La Casa Desordenada

Gracias a la amenaza de Matthew, Holden y Xylon habían ocultado muy bien su paradero. Ruby ni siquiera podía encontrarlos a pesar de intentar mover sus ojos en todas direcciones.

—No podrás encontrarlos —se rio Matthew—. Los Caballeros Reales fueron entrenados muy duramente para poder mezclarse con las sombras y no hacer ruido cuando se mueven.

Matthew agarró a Ruby por la cintura, luego la ayudó a subir al asiento junto al cochero mientras él se sentaba en el asiento del cochero.

Ruby frunció el ceño al sentir que el asiento era duro e incómodo. Ruby pensó que era como si se hubiera acostumbrado tanto a ser mimada por Matthew que ya no podía vivir una vida dura.

Incluso los carruajes tirados por caballos en los que solía viajar siempre estaban llenos de cojines suaves y mantas gruesas, el asiento era muy diferente de los asientos duros como rocas del carruaje de carga.

—¿Te sientes incómoda? —preguntó Matthew mientras se sentaba junto a Ruby.