El carruaje de Ruby se detuvo frente a la morgue. La morgue estaba ubicada en las afueras de la ciudad, por lo que no había muchas casas alrededor.
Mientras Edda miraba el edificio negro y gris desde la ventana del carruaje, comenzó a preguntarse por qué se detendrían en un lugar tan espeluznante si querían ver a su madre.
Sin embargo, Edda no se atrevió a preguntar por miedo a que Ruby no le permitiera reunirse con su madre si hacía demasiadas preguntas.
—Edda, bajemos —Ruby extendió su mano frente a Edda para ayudar a la niña a bajar del carruaje.
Ruby podía ver cómo el color de las emociones de Edda cambiaba de entusiasmo a confusión y preocupación. Aunque Edda nunca había estado en la morgue, parecía que los niños siempre podían detectar lugares aterradores.
—Está bien, Edda —Ruby tomó la mano de Edda y la cargó—. Estás a salvo conmigo.