Matthew se rió cuando vio la cara de Ruby llena de pánico. Su núcleo también agarró la virilidad de Matthew con más firmeza mientras Ruby se tensaba.
—¡Deja de hablar tonterías! ¡No veo a ninguna mujer aquí! Rápido, volvamos a nuestro dormitorio.
Los soldados finalmente dejaron de escuchar las tonterías de su camarada. Pensaron que tal vez solo estaba alucinando porque estaba demasiado exhausto por el entrenamiento.
Una vez que los soldados se habían ido, Ruby pudo abrir la boca con más libertad. Sintió que la virilidad de Matthew se hacía más grande, indicando que pronto alcanzaría su clímax.
Ruby pensó que Matthew se volvería aún más salvaje, pero de repente dejó de mover sus caderas, causando que Ruby, quien también estaba casi alcanzando su clímax, gruñera de frustración.
—¿Por qué te detuviste? —preguntó Ruby.